Hemeroteca del mes enero 2009

 

Yo soy como el picaflor
POEMA QUE NO ES DE BRECHT

por Ricardo Bada

 

Por todo el mundo de habla castellana, y Colombia no debe de ser una excepción, circula un poema firmado por Brecht y que no es suyo, ni siquiera lo robó, como tantas veces hizo.

Es un poema datado en 1945 y que dice así, traducido por mí directamente del original:
«Cuando los nazis buscaron a los comunistas / me callé / porque yo no era comunista. //
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas / me callé / porque yo no era socialdemócrata. //
Cuando buscaron a los católicos / no protesté / porque yo no era católico. //
Cuando me buscaron a mí / ya no había nadie / que pudiera protestar».

Recuerdo la primera vez que lo vi, me eché a reír, y me preguntaron por qué tanta hilaridad después de leer un poema tan serio. “Porque no puede ser de Brecht”. Tan seguro lo afirmé que quisieron saber las razones de mi certeza. “No hay sino una: el primer verso. Brecht era un cínico de siete suelas, pero no hasta el punto de escribir un poema afirmando que se calló porque no era comunista”.

Lo cierto es que pensé que todo se reducía a un error, y ni siquiera sabía quién pudiera ser

el autor de aquellos versos, pero con una regular insistencia me seguí encontrando el poema (eso sí, siempre en español) atribuido a Brecht. Comenté el tema con mi esposa, y ella creyó recordar haberlo leído alguna vez, en alemán, en los boletines de amnistía internacional.
Le rogué que tratase de ubicarlo, se puso en campaña, y lo encontró.

El autor fue el pastor protestante alemán Martin Niemöller, uno de los pocos ciudadanos del III Reich que se enfrentó a pecho descubierto con la barbarie nazi, sobreviviendo de puro milagro a los campos de concentración en que estuvo internado: los lúgubres Sachsenhausen y Dachau.

Ahora bien: una vez establecida la autoría del poema, lo que se planteaba era averiguar cómo
y por qué había sido atribuido a Brecht. Esa indagación me llevó mucho más tiempo, pero al final descubrí de qué manera se armó este malentendido.

En la temporada teatral 62/63, la Asociación de Mujeres Universitarias de Madrid puso en escena dos de las veinticuatro piezas de la obra Terror y miseria del Tercer Reich, de Brecht. Una de las dos piezas fue La mujer judía, y el director evidentemente debía de conocer el poema de Niemöller, puesto que lo integró en la traducción del texto de Brecht.

Pero con el tiempo, lo que no pasaba de ser un legítimo recurso intertextual, degeneró en una presunción tácita de autoría en favor de Brecht. La cosa no deja de tener cierta gracia si pensamos que Brecht ha sido uno de los piratas literarios más depredadores en los anales de la literatura, que entró a saco en la obra de clásicos y contemporáneos sin ningún escrúpulo y sin ningún remordimiento. Y el que a esta genial sanguijuela le hayan hecho el regalo de un poema que no robó él mismo, no deja de ser una simpática ironía de Clío, la diosa de la Historia.

Nota: Este artículo se publica en Inventrio gracias a la generosidad del escritor y periodista español Ricardo Bada, su autor.

Etiquetas: autores alemanes, autores españoles, Bertolt Brecht, Martin Niemöller, poema que no es de Brecht, poemas sobre el tercer Reich, poemas sobre Sachsenhausen y Dachau, Ricardo Bad

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El próximo 1 de marzo se cierra la convocatoria del Premio Internacional Martín García Ramos que entrega anualmente el IES homónimo en Albox, Almería. Aliento a los poetas jóvenes de lengua española a enviar sus libros inéditos. El premio ofrece 6.000 euros además de la publicación del poemario que, apartir de este año, estará a cargo del editor César Sáenz de la editorial española Difácil. Otra ventaja es que se puede participar a través de correo electrónico, lo que facilita el envío desde otros países. Los dejo con una muestra de poemas de los ganadores del premio en 2006, 2007 y 2008. Incluyo un par de mis poemas porque tuve la fortuna de ganarlo en 2007. Buena suerte para los que decidan concursar. Para consultar las bases hagan click aquí.

 

Carlos Contreras Elvira (Burgos, España 1980). Premio MGR 2006 por su libro BILDUNGSROMAN

PALABRAS A UNA MUCHACHA GORDA

Mueves los muslos como si supieras
que eres heredera de una historia repetida.
Oscilas las caderas
con la seguridad de quien conoce
que la moda es lo primero que se pasa de moda.
Pero también te preguntas si es sólo por lástima
que el chico de la barra te sonría
y crees que tu vida es sólo una isla
en los ojos distantes de los otros.
Cierto día quemaste tus peluches
por ver arder con ellos
el principio y umbral de tu tristeza,
pero, a pesar de todo,
bailas con la energía secreta de la piedra,
con un antiguo don de fuente o labio.
A pesar de ti, enseñas el ombligo y ríes:
sabes que la poesía también te necesita.

 

BRONX INTERIOR

Estacionaba su cuerpo en mí de noche en noche
como quien aparca una limusina
en una calle humeante, oscura, del suburbio.

Ataba mis muñecas al marco de la cama
(odiaba que tocara el satén de su corpiño)
y con la corbata de twill negro de su chófer
conseguía lo que otras bajando la persiana:
doblaba mi mirada
como si de una esquina del barrio se tratara.

Después -ignoro cómo-
se inventaba la puerta de una excusa
por la que se marchaba de puntillas
dejando tras de sí un rastro tan nuevo
como el recuerdo de lo que nunca ha sucedido.

Y allí quedaba yo: solo, atado, absurdo, ciego.

 

 

Lauren Mendinueta (Barranquilla, Colombia 1977). Premio MGR 2007 por La Vocación Suspendida. 

OLVIDO DE MÍ

Octubre ha llegado dominado por las lluvias,
y los demás meses lo han seguido hasta aquí.
De repente este amontonado tiempo lo llena todo,
el verde de la casa, las sillas, la manta que cubre el piso
cuando en el verano me recuesto a leer.
En mí no es posible el abandono del tiempo,
la gracia que supone el olvido
me hubiese salvado de esta invasión.
Ahora debo caminar con cuidado
para no maltratarme con tantos recuerdos.
¿Me engañaré o será verdad lo que voy a decir?
Renuncio a esta visita, no le temo a la soledad.

 

LA TORRE DE MARFÍL

El mundo es una torre de marfil, en vano
busco una puerta en sus paredes curvas.
Parezco una actriz representando a un borracho,
camino tratando de hacer una línea recta,
nunca eses. No soy una profesional
de la actuación, ni siquiera me le parezco,
pero caminaré tratando de hacer una línea recta.
A veces me siento frente al ordenador y busco
toda clase de cosas, desde zapatos hasta amor.
Y sí, todo lo encuentro allí, porque el mundo es una torre
y estoy atrapada con todo lo demás, es inevitable.
Cuando me miro al espejo me sorprende lo común
que parece mi rostro, y me digo:
es bueno ser tan común, no te asustes.
Vuelvo a sentarme frente al ordenador y encuentro
las mismas cosas, todo, todo, hasta el amor.
Y allí mismo, tecleando,
trato de comprender
por qué me siento libre en la jaula del pájaro.

 

 

Sara Herrera Peralta (Jerez de la Frontera, España 1980). Premio MGR 2008 por su libro De Ida y Vuelta.

[6. BERCY]

Desesperados buscando una mayoría suficiente. Esperar el turno. Nuestro turno.

El cielo estará nuboso y se producirán chubascos. Borrascas fuertes.
La muchacha del oeste es una niña con trenzas. Los pies colgando.
La vida pasa a un ritmo ilegítimo y ella sonríe:

la infancia es humilde e ignorante, destapa al vagabundo.

Madre, no veas en mí el llanto de los ángeles ni las hojas esparcidas del otoño.
Los rebaños se hicieron para otros: yo quise ser más fuerte.

Y alza la cabeza y abre sus ojos como quien observa el mundo
con coraje y alegría.

La niña desciende la mirada

[y sus ojos se vuelven transparentes].

Quién será ella, dentro de unos años,
en otras paradas, en otros santuarios, en otros precipicios.

En un segundo la luz se apodera de los inocentes.

Y volvemos, siempre, a comenzar.

 

[8. CHEVALERET]

Hay parámetros decimonónicos en cada barandilla.
Responden a las necesidades de los viejos, a veces de los niños.

Nos sostienen bajo el techo.

Un sostén para las almas, son grises como el humo.
A veces, sobre las tierras quemadas del vagón de metro
se despiertan las voces de los inconscientes.

Cuánta juventud con cargo, qué infinita extensión del futuro.
Bricolaje inventado:
el debate es siempre el mismo. La segunda jornada. La liga de fútbol.
Monótonas, erguidas: siempre ahí.

El sostén, la presencia. Da igual en qué tarea,
no importa en qué memoria. Hay componentes estáticos que brillan a nuestro alrededor,
cubiertos de grasa, para permanecer aunque el tiempo pase,
aunque la vida se agilice, aunque sigamos este túnel
que nos lleva
desesperadamente
a ninguna parte.

 

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De Álvaro mutis tenemos su gradiosa poesía y también su magnífica prosa (protagonizada casi toda ella por el mítico Maqroll el gaviero). Como una muestra mínima elegí para publicar en esta entrada su poema titulado 204 aunque, es justo decirlo, la obra de Mutis no tiene altibajos, se mantiene siempre en lo más alto que puede alcanzar el lenguaje, por eso recomiendo leerla toda. Él es, sin lugar a dudas, el poeta vivo más importante de las letras colombianas, y también uno de los mayores de la lengua española. No en vano recibió el Premio Cervantes en 2001. En ese entonces, Luis María Anson, un director periodístico español que formó parte del jurado, dijo refiriéndose a Mutis “es un aventurero, un filósofo y un sentimental, entre otras muchas cosas, un personaje que pertenece a ese mundo surrealista del boom hispanoamericano”.

Apropósito del boom, es legendaria su amistad con Gabriel García Márquez, y son muchas las anécdotas que se conocen de la pareja de amigos. A mí me gusta particularmente aquella que cuenta que un día Mutis llegó a la casa de Gabo en México y al ver la papelera llena sintió curiosidad por el contenido de los papeles desechados por Gabo. Movido por la curiosidad y la admiración Mutis rescató de la basura el cuento Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo. Somos muchos los lectores que siempre le estaremos agradecidos. No voy a extenderme más en esta presentación innecesaria, después de la foto de mi amigo Daniel Mordsinki, encontrarán una presentación autobiográfica que vale la pena leer. Se sorprenderán al descubrir por ejemplo que Mutis no terminó el bachillerato. 

 

204

I

Escucha Escucha Escucha

la voz de los hoteles,
de los cuartos aún sin arreglar,
los diálogos en los oscuros pasillos que adorna una raída
alfombra escarlata
por donde se apresuran los sirvientes que salen al amanecer
como espantados murciélagos.

Escucha Escucha Escucha

los murmullos en la escalera; las voces que vienen de la cocina
donde se fragua un agrio olor a comida que muy pronto
estará en todas partes, el ronroneo de los ascensores.

Escucha Escucha Escucha

a la hermosa inquilina del “204″ que despereza sus miembros y
se queja y extiende su viuda desnudez sobre la cama. De su
cuerpo sale un vaho tibio de campo recién llovido.

¡Ay qué tránsito el de sus noches tremolantes
como las banderas en los estadios!

Escucha Escucha Escucha

el agua que gotea en los lavatorios, en las gradas que invade un
resbaloso y maloliente verdín. Nada hay sino una sombra,
una tibia y espesa sombra que todo lo cubre.

Sobre esas losas-cuando el mediodía siembre de monedas el
mugriento piso-su cuerpo inmenso y blanco sabrá moverse,
dócil para las lides del tálamo y conocedor de los más variados
caminos. El auga lavará la impureza y renovará las fuentes
del deseo.

Escucha Escucha Escucha

a la incansable viajera, ella abre las ventanas y aspira el aire que
viene de la calle. Un desocupado la silba desde la acera del frente
y ella estremece sus flancos en respuesta al incógnito llamado.

II

De la ortiga al granizo
del granizo al terciopelo
del terciopelo a los orinales
de los orinales al río
del río a las amargas algas
de las algas amargas a la ortiga
de la ortiga al granizo
del granizo al terciopelo
del terciopelo al hotel

Escucha Escucha Escucha

la oración matinal de la inquilina
su grito que recorre los pasillos
y despierta despavoridos a los durmientes,
el grito del “204″:
¡Señor, Señor, por qué me has abandonado!

(Tomado de Los Elementos del desastre, 1953)

Álvaro Mutis por Álvaro Mutis

Nací en Bogotá, el 25 de agosto de 1923, día de San Luis Rey de Francia. No descarto la influencia de mi santo patrono en mi devoción por la monarquía. Hice mis primeros estudios en Bruselas. Regresé a Colombia y por períodos que, primero, fueron los de vacaciones y, luego, se extendieron más y más, viví en una finca de café y caña de azúcar que había fundado mi abuelo materno. Se llama “Coello” y se encuentra en las estribaciones de la Cordillera Central. Todo lo que he escrito está destinado a celebrar, a perpetuar ese rincón de la tierra caliente del que emana la substancia misma de mis sueños, mis nostalgias, mis terrores y mis dichas. No hay una sola línea de mi obra que no esté referida, en forma secreta o explícita, al mundo sin límites que es para mí ese rincón de la región de Tolima, en Colombia.


En un último intento para lograr el diploma de Bachiller, me matriculé en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá. Mi profesor de Literatura Española fue el notable poeta colombiano Eduardo Carranza, y a dos cuadras del Colegio estaban los billares del Café Europa y los del Café París. Las clases de Carranza son para mí una inolvidable y fervorosa iniciación a la poesía. El billar y la poesía pudieron más y nunca alcancé el mirífico título.

En compañía de Carlos Patiño, alternando mis poemas con los suyos, publicamos un pequeño cuaderno titulado “La Balanza”, que repartimos nosotros mismos entre algunos libreros amigos el 8 de abril de 1948. El día siguiente, nuestra obra se agotó por incineración. El 9 de abril fue la fecha del “Bogotazo”, cuando ardió el centro de la ciudad por obra de los enardecidos partidarios del candidato presidencial Jorge Eliecer Gaitán, asesinado ese día en la capital.

En 1953, tras publicar algunos poemas, el primero en “La Razón” por obra de Alberto Zalamea, y otros más en el suplemento dominical de “El Espectador” gracias a Eduardo Zalamea Borda, apareció en la colección “Poetas de España y América” de Losada, que dirigían Rafael Alberti y Guillermo de Torre en Buenos Aires, mi libro de poemas “Los elementos del desastre”.

 En 1956 viajé a México, donde resido hoy. Octavio Paz, quien había escrito algunos elogiosos comentarios sobre mi poesía, me abrió las puertas de suplementos y revistas literarias. El mismo Paz me presentó, en un generoso ensayo suyo sobre mi libro “Reseña de los Hospitales de Ultramar”, editado en 1958 como Suplemento al número 56 de la revista “Mito” que dirigía en Colombia Jorge Gaitán Durán.

En 1959 sale “Diario de Lecumberri”, editado por la Universidad Veracruzana en su colección Ficción. En 1964, Ediciones Era publica, también en México, el libro de poemas, escritos todos en este país, “Los trabajos perdidos”. En 1973 aparecen, simultáneamente, “Summa de Maqroll el Gaviero”, que recoge toda mi poesía hasta esa fecha, en Barral Editores de Barcelona y “La Mansión de Araucaíma” en Sudamericana de Buenos Aires, en donde se reúnen todos mis relatos. En 1978, Seix Barral de Barcelona hizo una nueva edición de este libro aumentado con “El último rostro”.

En 1981, el Fondo de Cultura Económica de México edita el libro de poemas “Caravansary” en la colección Tierra Firme. En 1984 la misma editora publica en esa colección el libro, también de poesía, “Los emisarios” y en 1985, Cátedra de Madrid edita “Crónica Regia y Alabanza del reino”, poemas dedicados al rey don Felipe II, su familia y su corte. En estas últimas obras exploro, no sin dificultades, titubeos y ráfagas de duda, una nueva manera de contar lo mismo, lo de siempre, lo único ya para mí contable: los fantasmas que, desde mis ávidas y desordenadas lecturas de adolescente en “Coello”, me visitan con asiduidad inflexible. Fantasmas nacidos en buena parte en rincones de la historia de Occidente y en la dorada decadencia de Bizancio, envueltos, siempre, por el tibio vaho de los cafetales.

En 1987 y dentro del mismo propósito de rescate de vastas zonas del pasado, publico “Un Homenaje y Siete Nocturnos”, que aparece en las ediciones de El Equilibrista en México y Pamiela en Pamplona. Resuelvo, entonces, intentar en el campo del relato una prolongación de algunas prosas dedicadas a Maqroll el Gaviero, personaje que, desde mis primeros poemas, me visita esporádicamente. De este ensayo nace “Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero”, que incluye las siguientes novelas: “La nieve del Almirante”, “Ilona llega con la lluvia”, “Un bel morir”, “La última escala del Tramp Steamer”, “Amirbar”, “Abdul Bashur, soñador de navíos” y “Tríptico de mar y tierra”. Después de ser publicadas en forma independiente, tanto en España como en América Latina, se reúnen en dos volúmenes (Siruela, 1993) y en un volumen (Alfaguara, 1995).

El Fondo de Cultura Económica de México edita en 1988 cuentos y ensayos bajo el título “La muerte del estratega”. El mismo editor, con el título “Summa de Maqroll el Gaviero”, publica en 1990 mi poesía escrita hasta esa fecha. Esta obra es editada por Visor, en España en 1992. De la obra en prosa hay traducciones al inglés, francés, alemán, italiano, portugués, danés, sueco, polaco, griego, holandés y turco. De la poesía existen, en versión completa, traducciones al francés, italiano y rumano y en antologías hay versiones en chino, ruso, inglés, griego y alemán. 

Nunca he participado en política, no he votado jamás y el último hecho que en verdad me preocupa en el campo de la política y que me concierne y atañe en forma plena y sincera, es la caída de Constantinopla en manos de los turcos el 29 de mayo de 1453. Sin dejar de reconocer que no me repongo todavía del viaje a Canossa del emperador sálico Enrique IV, en enero del año 1077, para rendir pleitesía al soberbio pontífice Gregorio VII. Viaje de tan funestas consecuencias para el Occidente Cristiano. Por ende soy gibelino, monárquico y legitimista.

(La foto es una cortecía de mi querido amigo Daniel Morsinski. Para visitar la página del poeta haga click aquí)

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El viernes de la semana pasada mientras celebrábamos en Lisboa el matrimonio de un querido amigo, una señora, deconozco su nombre, interrumpió la cena para preguntar a quienes estábamos en la mesa (un cineasta, dos novelistas, un editor, una pintora, dos poetas y varios periodistas) cómo se llamaba la escritora que vivió muchos años con la fotógrafa Annie Leibovitz. Yo sé cómo se llama, le dije, es la autora del libro Sobre Fotografía y su novela En América es uno de mis libros favoritos. Entonces comenzaron los murmullos en la mesa, todos sabíamos por quién preguntaba, pero nadie recordaba el nombre. Es la autora de Cuestión de Énfasis, tiene una novela muy famosa, El Amante del Volcán. Sí, sí, sí, todos sabíamos de quién se hablaba, pero no podíamos recordar su nombre. La del mechón de pelo blanco, aportó alguien más. Antonio Sarabia dijo que nuestro amigo Daniel Mordsinski había sido el único fotógrafo presente durante su entierro en Paris. ¿Qué hora es? preguntó Antonio, más de las 11, imposible llamar a Daniel a esa hora. Todos seguíamos intentando recordar su nombre. Entre más tiempo pasaba, peor me sentía conmigo misma: es una de mis autoras favoritas, incluso tengo un libro dedicado por ella para mí. Eso sucede, me dijo Antonio. Y, de repente, alguien lo verbaliza: se llama Susan Sontag. Claro que es Susan Sontag (todos parecemos aliviados), y yo me pregunto cómo fue posible que lo olvidara ¿me estaré haciendo vieja? No, todavía no. No tengo excusa. Nada me queda más que pedirle una disculpa pública, donde quiera que ella esté espero que la acepte. 

La de Susan Sontag (Nueva York, 16 de enero de 1933 – Nueva York, 28 de diciembre de 2004) es una de la plumas más lúcidas de la lengua inglesa. Sus ensayos tocan una gran variedad de temas, pintura, fotografía, literatura y actualidad. El prólogo que reproduzco más abajo, acompaña la publicación en Inglés, en 1994, de Pedro Páramo del mexicano Juan Rulfo. Es una lectura sagaz y penetrante que invita a conocer una de las obras cumbres de la lengua española. Si ya la leyeron les encantará recordarla, si no la han leído, por favor, no lo dejen para mañana, se están perdiendo un libro maravilloso. No les cuento más, que sea la misma Sontag la que hable.

PEDRO PÁRAMO 



”Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo”. Con las oraciones iniciales de Pedro Páramo de Juan Rulfo, al igual que con el comienzo de Michael Kohlhaas, la novela corta de Kleist, y de La marcha de Radetzky, la novela de Joseph Roth, nos sabemos en manos de un narrador magistral.

Estas frases cautivadoras, que por su concisión y franqueza atraen al lector hacia el libro, tienen una suerte de bruñido, de algo ya dicho, como el comienzo de un cuento de hadas.

Pero la diáfana apertura del libro es apenas la primera jugada. En efecto, Pedro Páramo es una narración mucho más compleja de lo que hace suponer su inicio. La premisa de la novela -una madre muerta que lanza a su hijo al mundo, la busca de un hijo en pos de su padre- se convierte en una estancia coral en los infiernos. La narración se ubica en dos mundos: la Comala del presente, hacia la que viaja Juan Preciado (el “yo” de las primeras oraciones), y la Comala del pasado, el pueblo de los recuerdos de su madre y de la juventud de Pedro Páramo.

La narración alterna la primera y la tercera personas, el presente y el pasado. (Las grandes narraciones no sólo están contadas en pretérito, sino que versan sobre el pretérito). La Comala del pasado es un pueblo de gente viva. La Comala del presente está habitada por los muertos, y los encuentros de Juan Preciado cuando llega a Comala son con ánimas. Páramo es la llanura árida, la tierra yerma. No sólo el padre al que busca está muerto, sino todas las demás personas del pueblo. Como están muertos, no tienen nada que expresar sino su esencia.



“Hay muchos silencios en mi vida -dijo Rulfo alguna vez-. Y también en lo que escribo. ”

Rulfo ha recordado que albergó Pedro Páramo en su interior muchos años antes de que supiera cómo escribirla. Más bien redactaba cientos de páginas que después desechaba: alguna vez calificó su novela como un ejercicio de eliminación. “La práctica de escribir los cuentos me dio disciplina -señaló-, y me hizo darme cuenta de que era necesario desaparecer y dejar que mis personajes fueran libres de hablar como quisieran, lo que causó, al parecer, una falta de estructura. Sí hay estructura en Pedro Páramo, pero es una estructura hecha de silencios, de hilos sueltos, de escenas cortadas, en la que todo ocurre en un tiempo simultáneo que es un no tiempo”.



Pedro Páramo es un libro legendario de un escritor que, en vida, también se convirtió en leyenda. Rulfo nació en 1917, en un pueblo del estado de Jalisco; llegó a la Ciudad de México cuando tenía quince años, estudió Derecho en la universidad y comenzó a escribir, aunque no a publicar, a finales de los años treinta. Sus primeros relatos aparecieron en revistas en los años cuarenta, y en 1953 vio la luz una colección de cuentos. Se tituló El llano en llamas. Dos años después apareció Pedro Páramo. Los dos libros establecieron la originalidad y autoridad de una voz sin precedente en la literatura mexicana. Callado (o taciturno), cortés, quisquilloso, docto y sin pretensión alguna, Rulfo fue una suerte de hombre invisible que se ganaba la vida con medios completamente ajenos a la literatura (durante años fue vendedor de neumáticos), que se casó y tuvo hijos y que pasó casi todas las noches de su vida leyendo (“viajó en los libros”) y escuchando música. También fue enormemente célebre y venerado por sus colegas. Es raro que un escritor publique sus primeros libros cuando ya media los cuarenta años, y más raro aún que esos primeros libros sean reconocidos de inmediato como obras maestras. Y es más raro todavía que tal escritor nunca publique otro.

Una novela titulada La cordillera fue anunciada por el editor de Rulfo durante muchos años, desde principios de los sesenta, pero el autor la dio por destruida pocos años antes de su muerte en 1986.

Todos le preguntaban a Rulfo por qué no publicaba otro libro, como si la meta de la vida de un escritor fuera seguir escribiendo y publicando. En realidad, la meta de la vida de todo escritor es producir un gran libro -es decir, una obra perdurable-, y es lo que hizo Rulfo. No merece la pena leer un libro una vez si no merece la pena leerlo muchas veces. García Márquez ha señalado que después de descubrir Pedro Páramo (que con La metamorfosis de Kafka fue la lectura más influyente de sus primeros años como escritor) podía recitar extensos pasajes de memoria, y que a la postre llegó a recordarlo enteramente: tanto lo admiraba y quería saturarse de él.



La novela de Rulfo no es sólo una de las obras maestras de la literatura universal en el siglo XX, sino uno de los libros más influyentes del siglo; en efecto, sería difícil exagerar su influencia en la literatura en castellano durante los últimos cuarenta años. Pedro Páramo es un clásico en el sentido más cabal del término. En retrospectiva, parece un libro que tenía que haber sido escrito. Ha influido profundamente en la producción de la literatura y continúa resonando en otros libros. La nueva traducción de Margaret Sayers Peden, la cual cumple la promesa que le hice a Rulfo cuando nos conocimos en Buenos Aires poco antes de su muerte: que Pedro Páramo se publicaría en una versión en inglés precisa y sin cortes, es un importante acontecimiento literario. (1994)

Tomado del libro Cuestión de Énfasis uno de los últimos trabajos de Susan Sontag, publicado en español por el sello Alfaguara. Se trata de una recopilación de ensayos sobre cuestiones literarias y artísticas que marcaron la centuria pasada. La foto de Susan Sontag es de Annie Leibovitz y la imagen de la portada de la edición a la que se refiere el texto.

Etiquetas: Annie Leibovitz, El amante del volcán, En américa Susan Sontag, Ensayo sobre Pedro Páramo, Gabriel García Márquez, Gabriel García Márquez Juan Rulfo, Juan Rulfo, Juan Rulfo Susan Sontag, la influencia de Juan Rulfo en Gabiel García Márquez, Pedro Páramo, Pedro Páramo Susan Sontag, Sobre fotografía, Susan Sontag

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Eleazar Rivera
Nació en Santo Domingo en 1976. Profesor y Licenciado en Letras graduado de la Universidad de El Salvador. Perteneció al Taller de Letras TALEGA. Ha recibido los siguientes galardones: Premio María Escalón de Núñez, Premio Centroamericano de Poesía Pablo Neruda (Costa Rica, 2004) y Premio Internacional de Poesía Joven La Garúa (España, 2007). Ha publicado los libros Escombros, Crepitaciones y Ciudad del Contrahombre & Noctambulario.

Recuento de la ausencia
a Rosa y Helmut

Seis años después del adiós, resulta difícil sentarse a ver la televisión y olvidarse de todo. Resulta difícil sacudir los escombros sin pensar en el duelo de los años; y es que aquí, el tiempo no es tiempo. Las horas son grises. El reloj tiene la pausa del inanimado: se detiene; se añeja y nos martilla. Reviso los pasos, las espinas, los espejos. Con el hígado en una mano y un puñal en la otra, no hay más que el diario personal del que se desviste en la página en blanco para sangrar hasta la última palabra.
Repito: aquí el tiempo no es tiempo, es la farsa más grande que hemos inventado.

Postulado de irreverencia

Este minuto pasa golpeando. Son exactamente las horas del desconcierto. Tiembla. Esta ciudad hiede. No puedo detenerme en esta talega de desmesuras. Mi diario personal cierra lentamente sus ojos. El tambor de las epifanías luce su exangüe listón. Una bestia se postra en la entrada al infierno. Esta barca perdió sus remos en algún lugar del mar Egeo. Ulises es una sombra imaginaria con alas rotas en el último suspiro. Yo sé que se detiene el vaivén intermitente del pecho frente a la penumbra oscura de la ceniza.
Humano. Terriblemente humano. Dueño de todos los cepos, de todos los grilletes, de todos los barrotes. Mi pasaporte tiene una herida; un puñal le cortó la identidad.
Esta sonrisa tuya, no es más que una burla que me restregás en el rostro. Este escarnio tuyo, sin tentarse el hígado porque ya lo tenés cristalizado de tanta borrachera. Este destierro no es para mí. No te conozco; pero, sé que existís. En algún lugar tenemos que encontrarnos. Te invitaré a un café, a una charla, a un verso triste. Vos vas a insistir que te acompañe. No. No pertenezco a la congregación de tus desvelos. No soy tu pan diario. Puedes irte a la hora que te convenga. Puedes celebrar las misas y los novenarios que necesités para ser excomulgada. Yo seguiré aquí, palpitando como corazón que delata su último paraje.

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“Yo no escribo habitualmente de política pero esta noche no puedo, ni me siento dispuesto, a cerrar más los ojos a la catástrofe en el medio oriente. Esa inhumana masacre en la que la muerte de cientos, tal vez pronto más de un millar de civiles cercados en una angosta franja de tierra igual que en una ratonera, se utiliza como baza adicional en el imperdonable juego de fanatismo y poder antagónicos, la inevitable pérdida de unos cuantos peones prescindibles en el siniestro ajedrez de la muerte.” Así empieza la lúcida reflexión de Antonio Sarabia publicada esta semana en su blog, Los Convidados. Una entrada polémica que nos ayudará a ver la actualidad del conflicto con otros ojos. Léala completa en LA FRANJA DE GAZA, Y BERTOLT BRECHT

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A principios del mes de febrero aparecerá en las vitrinas de las librerías españolas la novela de Antonio Sarabia, Amarilis, publicada por la Editorial Belaqva/La Otra Orilla en su colección Verticales de Bolsillo. Amarilis es un fresco del Siglo de Oro Español que narra los últimos años en la vida de Lope de Vega y su postrer amor con la bellísima Marta de Nevares Santoyo, a quien el poeta bautizó con el sobrenombre que da título al libro. De esta obra, José Manuel Fajardo ha escrito que se trata de “una gran novela que acierta a reconciliar la modernidad con la tradición” y añade: “en este libro, en vez de dejarse aplastar por la monumental figura de Lope de Vega, Sarabia sabe poner al clásico de su parte”. En la carátula de la nueva edición, ya cuenta con otras cuatro, hay también una frase de Álvaro Mutis que afirma “en Amarilis vuelve a inventarse la vida”.  Como un anticipo para los lectores del blog le he pedido a Antonio autorización para publicar un par de páginas. Esta es una novela para volver a enamorarse de la poesía con una de las mejores prosas de nuestra lengua.

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Después de la vacaciones de Navidad me ha costado mucho trabajo volver a actualizar el blog. Pero esta noche el entusiasmo me impulsa a no dejar pasar un día más para presentarles a la escritora portuguesa Rosa Lobato de Farias (Lisboa, 1932). Su libro, As Pequenas Palavras, se encuentra sobre mi escritorio desde hace ya varias semanas, una bonita edición publicada por Guimarães Editores en 1987. Tengo el libro a la mano porque lo estoy traduciendo, no por encargo o con miras a una futura publicación, lo estoy traudciendo por el puro placer de internarme en su gracia. Busqué en la web poemas de Rosa Lobato ya vertidos a nuestra lengua y no encontré, pero descubrí con alegría que Torremozas publicó Compromiso con las Palabras traducido por María Tecla Portela Carreiro.

Rosa es una autora muy querida en Portugal, a su popularidad ha contrubiudo el hecho de ser una conocida actriz de televisión y, en los últimos tiempos, una notable novelista.También es justo mencionar su faceta de compositora, con cientos de canciones grabadas por los mejores fadistas portugueses. As Pequenas Palavras es un libro transparente, en el que la voz lírica proyecta la vivencia de un amor feliz. Amor por y para la pareja, amor por y para la palabra. Un libro del que ya no me quiero desprender.  Espero que disfruten la delicadeza de este pequeño poema de amor y mi pobre traducción. Feliz año nuevo para todos. (más…)

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