Hemeroteca del mes junio 2009

SI YO SALIERA A PASEAR CON MIS AMIGAS MUERTAS

Si saliera a pasear con mis amigas muertas
la ciudad seguramente se inundaría de muchachas mudas
el aire olería a muerte
las murallas exhibirían banderas blancas al vuelo
se detendría el tráfico,
si saliera a pasear con mis amigas muertas.

Si saliera a pasear con mis amigas muertas,
se vería a la multitud de jóvenes,
con los pechos desnudos y atravesados,
preguntarles a ustedes
¿ por qué ordenaron que debíamos dormir
antes de la hora señalada,
por qué nos tuvimos que acostar si había frío
y estabamos llorando,
además, no tuvimos tiempo
de acomodarnos los cabellos?,
si saliera a pasear con mis amigas muertas.

Si saliera a pasear con mis amigas muertas
una muchedumbre se detendría a mirar con estupor
a la más grácil falange que antes horadó la tierra
a la más sagrada de las procesiones que desfilaron por estas calles
a la más gloriosa y ensangrentada de las resurrecciones,
si saliera a pasear con mis amigas muertas.

Si saliera a pasear con mis amigas muertas,
la luna llena treparía alto como un ramillete de azahares
para coronar sus frentes,
dentro de las cuencas vacías de sus ojos
las orquestas, tocando himnos funerarios,
harían danzar sus rizos, sus vendas manchadas.
¡Oh, cuántos de ustedes
morirían de remordimiento!
sólo
si yo saliera a pasear con mis amigas muertas.


NOSTALGIA VESPERTINA

¿Dónde estarás esta tarde, amado mío,
Que los grillos parecen llorar la yerba?
¿Cuál polvareda te cubre de mis ojos,
Cuál puerta ajena te esconde?

¿Dónde andas escondido, cómo te deslizaste
Desde dentro de mis manos, bienamado?
¿Por qué no te han podido proteger
Del torbellino del fatal viento?

¿Dónde estás para que veas cómo ha crecido
La enredadera nuestra en el patio,
Cómo se aprieta loca encima de las rejas
Y me hace siempre recordar nuestro beso?

¡Dónde estarás ahora que la noche toda
Dirías que sufre voluptuosa el amor!
Vuelve a nuestra humilde casa
Como paloma desviada de su ruta.

La chimenea humea en los cuartos,
Hace ya una hora que el trabajo acabó,
Que la mujer está posada en la puerta,
Esperando que aparezca su esposo.

Y yo, sola, pensativa, en nuestro umbral,
Cansada ya por el trabajo del día,
Estoy parada en la puerta que esta noche
Más que nunca te quisiera encerrar.

Rita Bumi-Papá, poeta griega contemporánea de Seferis, Engonópulos, Votsi, Kazanzakis y Ellytis. Sufrió la ocupación alema durante la Segunda Guerra Mundial, la resistencia y la Guerra Civil posterior. Nació en la isla de Siros y murió en 1984 con dieciséis libros de poemas publicados. (En la fotografía su isla natal)

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Después de un largo silencio retomo mi muestra de poetas africanos contemporáneos. Quiero agradecer públicamente a los lectores que me escribieron para sugerirme nombres de poetas o para pedirme que continuara con mi pequeña antología virtual. Les aseguro que la más interesada soy yo, pues en este tema he descubierto un caudal de excelente poesía.

FUEGO Y RITMO

Sones de grilletes en las carreteras
cantos de pájaros
bajo el verdor húmedo de los bosques
frescura en la dulce sinfonía
de los cocotales
fuego
fuego en el césped
fuego sobre las calientes planicies de Cayatte

Caminos largos
llenos de gente llenos de gente
llenos de gente
en éxodo de todas partes
caminos largos hacia los horizontes cerrados
más caminos
caminos abiertos por encima
de la imposibilidad de los brazos

Hogueras
danza
tam-tam
ritmo

Ritmo en la luz
ritmo en el color
ritmo en el son
ritmo en el movimiento
ritmo en las grietas sangrantes de los pies
descalzos
ritmo en las uñas arrancadas

Más ritmo
ritmo

¡Oh voces dolorosas de África!

AQUÍ EN LA CÁRCEL

Aquí en la cárcel
yo repetiría a Hikmet
si pensase en ti Marina
y en aquella casa con un abuelo y un niño

Aquí en la cárcel
yo repetiría a los héroes
si alegremente cantase
las canciones guerreras
con que nuestro pueblo aplasta la esclavitud

Aquí en la cárcel
yo repetiría a los santos
si les perdonase
las crueldades y las mentiras
con que nos destruyen la felicidad.

Aquí en la cárcel
la rabia contenida en el pecho
espero pacientemente
el paso de las nubes
por la fuerza de la historia

Nadie
impedirá la lluvia.

.
NOCHE OSCURA

¡Ay, es tan triste la noche sin estrellas”

Un día
mi sol cayó en el mar
y me anocheció

Un día empezó una noche sin estrellas.

Pero en la noche oscura
los corazones se levantan

¡Ah! ¡Es tan alegre la madrugada!

Sobre la curva del río del río Cuanza
el sol se sumerge
rojo
recortando en el horizonte sombras de palmeras.

Fuente: Solidaridad.net

Antonio Agostinho Neto nació el 17 de Setiembre de 1922, en la aldea de Kaxicane, región de Icolo e Bengo, Angola. Estudió medicina en la Universidad de Coimbra y fue uno de los primeros autores de la generación de la revista “Mensagem”. Sus padres fueron maestros de escuela y pastores evangélicos. Perseguido, encarcelado, exiliado por el gobierno colonial portugués por más de una década. En 1962 gracias a la opinión pública y a la presión de Anmistía Internacional fue puesto en libertad bajo la condición de permanecer en Portugal. Poco tiempo después escapa y se convierte en 1975 en el Primer Presidente angolano de su país. Falleció en Moscú en 1979. Obras: Poemas (1961), Sagrada esperanza (1974), Renúncia Imposível (1987). (En la foto el poeta con su esposa)

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Escribo esta carta como respuesta a un largo comentario que me envió Javier Travieso a propósito de los diez años de la publicación de Inventario de Ciudad (ver los comentarios de la entrada anterior).

Apreciado Javier:

Tal vez publicar un libro sea para algunos lo más importante que les ocurra en la vida, aunque para el resto del mundo no sea más que un acontecimiento banal. Los libros, y más los de poesía, suelen pasar por las librerías sin pena ni gloria, y eso por no mencionar sus escasas reseñas. Inventario de ciudad tuvo sólo una que me alegró muchísimo porque apareció en un periódico nacional, aunque al final no sirvió ni para hacerme más conocida ni para que el libro se vendiera mejor. Publicamos nuestro primer, segundo y tercer libro y seguimos siendo casi tan anónimos como siempre y los escritores mayores nos continúan mirando con las mismas reservas.

Grandes poetas, y me refiero a personas que en verdad cambiaron la literatura, como Fernando Pessoa y Emily Dickinson, apenas si editaron en vida y, sin embargo, qué sería de la literatura universal sin ellos. Emily Dickinson, lo sabemos por sus cartas, se enojó con su cuñada por publicar sin su consentimiento un par de poemas suyos en un periódico local. Ver su nombre en letras de molde no ilusionaba a Emily. Me dirás que poetas como Pessoa y Dickinson son excepcionales. Te concedo toda la razón. Para los demás mortales el asunto es otro.

Publicar es bueno porque impone una distancia necesaria entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer. Cuando veo un poema mío publicado en un blog, en una antología o en un libro, no lo miro como la misma indulgencia que miro a mis hijos. Lo leo como si lo hubiera escrito mi peor enemigo y trato de ser dura en mi juicio, censurándolo, búrlándome y si es necesario renegando de él. Ya expulsé varios de mis poemas a puntapiés y no quiero volverlos a ver en mis libros futuros. Publicar no siginifica perder el control sobre lo propio. Yo nunca menciono el título de mi primer libro con la esperanza de que nadie se acuerde de que existe. Sé que Antonio Sarabia anda en busca, desde hace dos décadas, de los ejemplares que resten de su primer libro publicado, que casualmente es un poemario, para quemarlos sin piedad.
Publicar es un acto que puede traer alegrías, pero te aseguro que la mayoría son efímeras. Tengo mucho que agradecerle a mis primeros poemarios. Gracias a ellos, por ejemplo, me invitaron por primera vez a un encuentro de escritores en Europa. Aquello fue maravilloso, porque yo no tenía dinero para hacer un viaje así por mi cuenta. El viaje duró tres semanas: Viena- Graz-Venecia- Paris, y sin embargo al regresar a mi pueblo nada había cambiado. Yo había cambiado un poco tal vez, pero me parece que nadie se dio cuenta. Entendí que no escribía para comunicarme con el mundo. Muchas personas, incluidos mis padres, me dijeron que debía dedicarme a otra cosa, o resignarme a morir de hambre, pero no me importó. Yo escribía porque me sentía sola y la vida en soledad es muy dura. Escribía para llenar un vacío que me acompañaba como una marca de nacimiento.
Desde hace unos meses te leo. No sabía que tenías 19 años, te pensaba un poco mayor. Me gusta lo que haces, tienes mucho talento. Y me honra tenerte entre mis lectores. No me cabe duda que algún día publicarás tú también. Cuando mire tu libro en los anaqueles me preguntaré si publicar se ha revelado para ti como “el hecho más importante de tu vida”. Espero sinceramente que no. Que vivirás muchas experiencias más trascendentales que ésa.
En esta carta te he dejado un puñado de ideas personales, imagino que te servirán de muy poco. Para decirlo con una frese hecha: cada escritor es un mundo. Sólo me queda agradecerte que me hayas escrito, trataré de sentirme “un todo, una pieza en el genio histórico”, como me dices, pero no sé si lo lograré. No paso de ser una escritora colombiana de provincia que ahora tiene la suerte de vivir en Lisboa.
Con afecto,
Lauren Mendinueta

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Mi libro Inventario de Ciudad está cumpliendo diez años de publicado. Me gustaría compartir con ustedes el poema que le da título al libro y que hasta el día de hoy estaba inédito en Internet. Miro hacia atrás y siento melancolía de aquellos tiempos en los que publicar un libro parecía el acontencimiento más importante del mundo.

Inventario de ciudad

I

Muchos siglos
Antes fue la palabra
Y aquellos que cantaban con la voz del agua
Reinventaron el mundo.

Después
Los cuernos de la luz

Atravesaron la ciudad.
No hubo más
Vigilia y sueño.
Desde entonces el hombre y la noche
Se mueven juntos.

La noche venida de la noche
Sostiene en su boca vigas de cemento
Como quien toma de un bocado
Todo el azul y La furia del mar.

II

Por las largas avenidas
Caminan estatuas encadenadas.
Sus cabezas llenas de grietas profundas
Nos hacen pensar
Cuánto correrá el tiempo
En un siglo que tal vez se avecina.

Reposan en los parques
Los árboles
Abiertas las ramas
Como quien toma con una mano
Toda la negrura y el brillo del cielo.

La sangre primer signo
Rasga el firmamento en la aurora y el crepúsculo.
Desde las azoteas
Es más fácil
Comprender el sentido de lo anónimo.

III

La flor profanada se abre
Como pequeña luna.
Es tarde dentro y los aviones alzan vuelo.

En las salas los cinematógrafos
Arman y desarman el universo
Frente a los ojos
Que distorsionan la imagen
Partiéndola en cientos de ojos.

Bajo los puentes corre leche agria y espesa
Alimento de miles
Razón de ser de las ratas.
Las alcantarillas corredores del infierno terreno.
La muerte es el único rito que prevalece.
El nombre de los muertos se arrastra.

Igual que las hojas secas
Las iglesias caen sobre nuestras cabezas.
Las cárceles echan raíces tan profundas
Que cruzan el mundo sin espantarnos.
Las calles son iguales
Sucias y sobrepobladas.
Los taxis reflejan en los charcos
La prisa de una vida caótica
Bajo la dictadura del tiempo.

La vida común
Es oscura y olvidada
Como la otra cara de la historia.

IV

Los balcones anochecen
Sin terminar de anochecer.
Una torre y sobre ella
La luna exprimida.

Un murmullo nunca oído
Vuelve a recordarse
En el olor trasgresor
Que atravieza la ventana.

En la pared símbolos
Incomprensibles
Se dejan recorrer.

Algunos animales
Se suman a un aullido humano
Que no para.

Sin estar
Dentro
La ventana
Línea cortándose en insoportable
Chillido.

La noche sopla
Enciende lámparas que amenazan
Con arruinarla.
Un pájaro inmóvil
Enterrado
Bosteza
La ciudad.

V

En el abismo
Su cadáver traspasa máquinas
Ligero se desparrama
Hoja seca arrancándose el esqueleto.
La sangre fluye marcada
Contra los vidrios.

Gatos impares saben que la noche
Repite un dolor sin sentido.
Gritos Música Estruendo
El abismo no resiste el silencio.

La luz arrastra angustia de signos amarillos
Por calles de papel húmedo.
El ojo de la puerta
Prefiere trozos de noche
Que recuerden el sonido
De la escalera vacía…

VI

cuarto paredilla reja fantasma charco
campanario mercado garfio estadio
altar sombrilla viento puerta luna
alero fuente teatro ascensor cemento
máquina luminaria plaza estación
terraza bulevar cadena torniquete
antena avenida azotea autobús poste
vivero andén hotel asfalto árbol caja
mostrador aeropuerto cine taxi
hospital chatarra teléfono basura
banco muro fábrica palomar monumento
edificio estatua prisión albañal cantería
columpio supermercado vestíbulo nido
alambre cornisa cielo cuarto café
alcantarilla carro mesa patio jaula
espejo arcilla plaza balcón biblioteca
colegio portal mármol cementerio piedra
escalera botella ventana timbre hierro
parada sirena tienda televisor zoológico
albergue piscina puente sótano

VII

Final de la noche.
Más que el deseo puede la condena.
La noche pasajera se hunde
En el íntimo sótano sin fondo
Que sobre sí retorna.

Mancha la sangre
La nítida mácula del cielo.
El absurdo sostenerse del cuerpo
En el pasado.

La ventana deforme mira
Al abismo.
No ve nada.
Ve en rojo.
La ventana que no siempre comunica.
Rostros apagándose
Letras que corren
Las luces al fin caen.

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