Hemeroteca del mes abril 2009
Presentación del libro de José Mário Silva
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores portugueses, eventos literarios, Portugal
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.Hoje em Lisboa. Livraria Pó dos Livros, 19h00. Jorge Silva Melo apresenta o livro (em jeito de conversa). Miguel-Manso lê alguns poemas.
Estão todos convidados. O blogue de Jósé Mário aqui Etiquetas: autores portugueses, blog literario, blog literario en español, José Mário Silva, Luz indecisa, O bibliotecario de babel, presentación del Luz indecisa
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¡Viva la literatura en Barranquilla!
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores colombianos, eventos literarios
Hoy miércoles 29 de abrila las 6:30 p.m. en el Centro Cultural de Comfamiliar de Barranquilla, se presentarán los jóvenes narradores Adriana Rosas y Fabián Buelvas en el evento mensual del programa ¡VIVA LA LITERATURA !
Este programa organizado por el CENTRO CULTURAL COMFAMILIAR DEL ATLÁNTICO se realiza de manera continua y exitosa desde 2005 con el nombre VIVA LA POESÍA. Este año sus organizadores resolvieron cambiarle el nombre por VIVA LA LITERATURA con el fin de ampliar la invitación a reconocidos narradores de la costa caribe colombiana.
Este espacio cultural promueve la presentación de escritores ya consagrados por su trabajo y experiencia, junto a nuevas e interesantes voces de la literatura costeña. Los invitados realizan una lectura de sus textos y establecen un conversatorio con el público sobre algunos misterios del oficio.
Adriana Rosas. Nació en Bogotá y se crió en Barranquilla. Dirige el Taller de Creatividad Literaria Vista al cuento. Próximamente será publicado uno de sus textos en la Antología Voces con vida del I Concurso Internacional de Cuento Breve en México, sus cuentos también aparecen en el libro Vista al cuento- Sonidos interiores, y en La casa de las palabras ciegas. Se ha desempeñado en cargos culturales en Barranquilla y Barcelona, como la coordinación de la Primera muestra de Cine, Literatura y Ciudad de la Universidad del Norte. Es catedrática de literatura y cine en la misma Universidad.
Fabián Buelvas. Nació en Corozal (Sucre). Fue editor activo de la extinta Bacanal, revista literaria barranquillera. Ha publicado sus textos en el libro Vista al cuento- Sonidos interiores, en la revista electrónica Homo Habitus, con el seudónimo Matías Sorel y es corresponsal de la revista electrónica española El Porta (L) Voz. Ha realizado lecturas narrativas en varios espacios culturales de la ciudad. Estudia psicología en la Universidad del Norte.
VIVA LA LITERATURA es un evento de entrada libre y gratuita. Espero que alguien se anime a comentar en el blog cómo le pareció el evento. Etiquetas: Adriana Rosas, autores colombianos, blog literario, blogs literarios en español, Fabián Buelvas, jóvenes narradores colombianos, literatura de la costa caribe colombiana, viva la literatura, viva la literatura centro cultural comfamiliar, ¡viva la literatura! 2009
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Un cuento de fantasmas
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores colombianos, cuento
El fantasma
Desde que murió mi madre escucho pisadas en el corredor y ruido en la cocina. ¿Se puede ser ateo y creer en lo sobrenatural?, me preguntaba una y otra vez. Hace una semana, mientras dormía, me jalaron los pies. Sobresaltado miré hacia el techo. Una mujer que se podría confundir con mi madre me sonreía. Desde entonces duermo tranquilo: mi madre también era atea.
Lauren Mendinueta Etiquetas: autores colombinos, cuentos breves, cuentos de fantasmas, cuentos hiperbreves, mini ficciones, minicuentos de fantasmas
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Aniversario de la muerte de Cervantes
Publicado por: Lauren Mendinueta in Celebraciones, entrevistas, General, novela, premios
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547 – Madrid, 1616) murió el 23 de abril de hace trecientos noventa y tres años. Una manera de rendirle homenaje es reproducir una breve semblanza novelístico-biográfica suya extraída de la novela Amarilis, del escritor mexicano Antonio Sarabia, que Belacqva publicó recientemente en su colección Verticales de bolsillo. La foto que pueden apreciar en el margen izquierdo la tomé yo misma en México durante una lectura de poetas Infra, grupo al que perteneciera el hoy célebre Roberto Bolaños. Con ella gané un premio de fotografía convocado por Caja Madrid de España en 2005.
Le hice a Antonio varias preguntas relacionadas con el capítulo dedicado en su novela a Cervantes. Para los lectores esta corta entrevista es una buena introducción.
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Lauren: tu novela Amarilis trata sobre los últimos años de Lope de Vega. ¿Cómo se relaciona su vida con la de Cervantes?
Antonio: el texto se inspira en el hecho de que don Miguel de Cervantes Saavedra habitó los últimos años de su vida la calle de León, que en justicia debería llamarse ahora de Cervantes, casi esquina con la entonces de Francos donde Lope de Vega residía y que, por esa razón, debería llamarse hoy de Lope de Vega y no de Cervantes. Ambos debieron coincidir a menudo en el vecindario, como hacen en la novela don Miguel y los hijos de Lope.
Lauren: es muy curioso este tema referido al Madrid de los Austrias, actual corazón de la ciudad, ya que, como dices, algunos nombres de calles no corresponden a los que en justicia deberían llevar.
Antonio: sí, y ya que estamos en ello, hay que añadir que la imprecisión y arbitrariedad de la nueva toponimia del barrio no es su única injusticia: casi frente a la aún en pie casa de Lope de Vega, donde se ha instalado su museo, sale una callecita que va de la primitiva calle de Francos (actual Cervantes) al convento de las monjas Trinitarias en la antigua de Cantarranas (ahora de Lope de Vega) donde, como veremos en el texto, fue enterrado el autor de El Quijote. En esa breve calle, aún llamada del Niño Jesús, hay una placa alusiva que señala el domicilio de don Francisco de Quevedo y Villegas sin hacer ninguna mención a don Luis de Góngora y Argote, quien vivió también en ese mismo lugar desde su llegada a Madrid, a finales de abril de 1617, hasta su regreso a Córdoba, enfermo, desilusionado y empobrecido, diez años más tarde. Se marchó porque Quevedo, quien le odiaba, tuvo la maligna idea de comprar la casa para darse el infame placer de lanzarlo a la calle. Y luego le divertía contar que para perfumarla / y desengongorarla / de vapores tan crasos / quemó como pastillas Garcilazos.
Lauren: se dice que el novelista es hasta cierto punto cada uno de sus personajes. ¿En Amarilis cómo te identificas con ellos?
Antonio: volviendo a don Miguel de Cervantes, el hecho de que viviera sus últimos días “a la vuelta”, diríamos en México, de la casa de Lope de Vega, da pie, como explicaba al principio, a sus esporádicos encuentros con Marcela y Lopillo y al afecto y admiración que despierta en el hijo menor del Fénix de los Ingenios. Una admiración que no es sino una réplica de la que le profeso yo mismo, opinaría Flaubert, pero que juega un papel importante en la vida del personaje y se mantiene invariable hasta el final de la novela.
Lauren: Antonio, muchas gracias por responder a mis preguntas y por permitirme transcribir para los lectores de Inventario, el primer capítulo de la parte tercera de tu novela Amarilis.
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A la pequeña hija de Lope de Vega, Marcela del Carpio, le mortifica tener que visitar a Marta de Nevares en su domicilio de la calle del Infante. Es cierto que experimenta una afectuosa devoción por la joven protegida de su padre y que ambas casas están apenas separadas por unos doscientos pasos, pero a Marcela el camino le parece largo y lóbrego. La estrechez de la calle donde Marta vive, y la altura de la exigua docena de casas que la componen, la vuelve tenebrosa, húmeda, sombría, inaccesible al menor rayo de sol.
A ella lo que le encantaría es detenerse, como en otras felices ocasiones, a mitad del camino; justo al final de la calle de Francos, donde hace esquina con la calle del León, en la morada de aquel viejo soldado, inválido de la mano izquierda, que tantas veces le había obsequiado refrescos y golosinas antes de morir varios meses atrás.
Ella y su hermano Lopillo lo conocieron por casualidad, un día como otros tantos en que vagaban sin rumbo por el vecindario. Él estaba a la puerta de su casa y los invitó a pasar. Los hijos de Micaéla de Luján, observó con una sonrisa afable, como si los recordara de tiempo atrás. Les contó que había sido amigo de su padre en una época en que también a él le dio por surtir con sus escritos los corrales de comedias, y hasta estuvieron medio emparentados a través de doña Isabel de Urbina, la dama con quien su padre contrajo primeras nupcias muchos años antes de que ellos nacieran. Pero donde llegaba Lope de Vega no cabía nadie más, les confesó con genuina admiración, sin sombra de resentimiento. Todos los farsantes y cómicos del reino se disputaban sus escritos; no querían saber de nada que no viniera de las manos mismas del Fénix de los ingenios. Él decidió entonces dedicar su pluma a otros menesteres, donde no entrara en competencia con aquella tempestad creadora, con aquel monstruo de la naturaleza, como le llamó una vez en un encendido encomio, y se puso a escribir novelas. Fue el primero en hacerlo en castellano, porque las que hasta entonces existían en nuestra lengua eran traducciones de algún otro idioma. Ahí, en esa labor, Dios, con su infinita bondad, le concedió el renombre y el prestigio que antes le había negado en las comedias.
A partir de aquella primera mañana, Marcela y Lopillo comenzaron a frecuentar al anciano baldado en su plácida y aseada vivienda, sin saber que serían los compañeros de sus últimos días. Una vez le mencionaron el nombre a su padre y éste, al oírlo, respondió con un despectivo enarcamiento de cejas. No tenía ningún interés en Miguel de Cervantes Saavedra. A ellos, en cambio, les encantaba escuchar sus historias. Ella se estremecía de placer con las divertidas aventuras de aquel caballero loco, protagonista de uno de sus libros, que recorría los llanos de la Mancha acompañado de un ocurrente labrador que le servía de escudero. El desdichado orate embestía molinos de viento que tomaba por gigantes y socorría fregonas que imaginaba princesas en desgracia. Lopillo, en cambio, se interesaba más por los hechos de armas y la historia. Seguía fascinado la detallada relación de batallas navales en un mar que aún no le era dado conocer. El buen viejo les contó una vez que, habiendo sido soldado en su juventud, participó en la más gloriosa expedición militar de la Armada Invencible y hasta había sido cautivo de los moros.
Marcela recuerda las mejillas encendidas de su hermano y su mirada extraviada en aquel horizonte azul y humo al que lo acercaban las palabras del antiguo soldado. Caída Nicosia y sitiada Famagusta, último baluarte de la cristiandad en la isla de Chipre, la flota turca se había adueñado del mar Jónico. Sus navíos asolaban las costas de Italia, aterrorizando a sus moradores con frecuentes desembarcos. Los infieles arrasaban con pueblos y aldeas tomando como botín a sus habitantes. Miles de mujeres, hombres y niños, eran cargados de cadenas y vendidos como esclavos. Los más fuertes terminaban remando en las galeras, las mujeres y los niños distrayendo a los bajás en sus harems.lepanto5.jpg picture by antoniosarabia
Indignados por tan tristes acontecimientos, los reyes de la cristiandad, persuadidos por su santidad el papa Pío Quinto, formaron una alianza para combatir al turco. Reunieron entre todos una armada de más de doscientas galeras, reforzada con media docena de galeones de alto bordo, que pusieron bajo el mando de don Juan de Austria, hijo natural de Carlos Quinto y medio hermano de su majestad Felipe Segundo, a quien Dios tenga en su gloria. Al enterarse de los preparativos cristianos, la flota turca se replegó hacia el golfo de Patras, echando anclas en las tranquilas aguas del puerto de Lepanto. Hasta ahí fue a buscarla ese rayo de la guerra, Don Juan de Austria, quien no temía desafiar a la fiera en su cubil.
El hombre cerraba los ojos como para recordar mejor, y describir a Lopillo, las galeras cristianas alineadas en la rada de Mesina antes de la batalla, los cánticos solemnes durante la santa misa, y la figura del nuncio Papal enhiesto en lo alto de un bergantín, bendiciéndoles al salir de la bahía. Al niño le brillaban los ojos al imaginar, recuerda su hermana, los pabellones venecianos, genoveses, malteses, españoles y austríacos ondeando al aire en las puntas de los mástiles, mientras la flota cristiana se desplazaba por las azules aguas del golfo de Tarento, atravesando luego entre las verdes colinas del estrecho de Otranto y haciendo un alto en Corfú para informarse del paradero y la potencia de la armada turca: aquellos evasivos trescientos barcos de guerra musulmanes, orgullo de los astilleros del Bósforo, los Dardanelos y el Mar Negro.
Durante su siguiente escala, anclados por la tarde frente a la isla de Cefalonia, los cristianos recibieron las desgraciadas nuevas sobre la caída de Famagusta. Todos los defensores de la plaza habían sido pasados a cuchillo y a su gobernador lo despellejaron vivo. Supieron además que los infieles estaban al tanto de los movimientos de la flota que se acercaba, conocían sus efectivos y se preparaban para un combate decisivo. Todos los guerreros integrantes de las guarniciones costeras habían sido retirados de sus fortines para congregarse a bordo de la armada Otomana.
Al amanecer del domingo 7 de octubre de 1571 aparecieron las primeras velas turcas. Venían saliendo de Lepanto, viento en popa, desplegándose por toda la bahía. Una galera turca disparó un lejano cañonazo en son de reto y la nave capitana respondió aceptando el desafío. Don Juan de Austria hizo maniobrar sus veleros de manera que la flota de reserva quedara oculta a la vista del enemigo, y comenzó a recorrer las hileras de bajeles a bordo de una rápida fragata arengando a sus soldados y prometiendo la libertad a sus galeotes si ganaban la batalla. De vuelta en la nave capitana hizo enarbolar un enorme crucifijo junto al estandarte de la liga al tiempo que todos se postraban de rodillas para recibir la absolución de sus pecados y la indulgencia plenaria de los enviados del Papa.Lepanto2.jpg picture by antoniosarabia
Al filo del mediodía, cuando las dos flotas se encontraron por fin a tiro de cañón, el redoblar de cajas y tambores y los alaridos de los guerreros animándose al combate llenaban el ambiente con un estrépito ensordecedor. Los turcos atacaron primero, tratando de introducir sus ligeras embarcaciones entre las más pesadas que don Juan había colocado en primera línea de batalla. Los certeros cañonazos españoles causaban enormes bajas en el centro de la escuadra musulmana mientras en el flanco izquierdo Agostino Barbariego hacía maniobrar las galeras venecianas para encajonar el ala enemiga entre sus cañones y los bancos de arena de la costa. El ala derecha, en cambio, empezó a ceder ante el empuje de Uluj Alí, virrey de Argel. Los malteses luchaban en inferioridad numérica contra los corsarios berberiscos hasta que el almirante genovés Juan Andrea Doria, que se había mantenido algo alejado de la lucha, se acercó comandando los refuerzos.
El anciano hizo una pausa, sonriendo bondadoso ante los ojos embobados de Lopillo. ¿Y él? preguntó el niño; ¿él? continuó la voz grave, él iba en la Marquesa, una nave capitaneada por el valeroso Don Francisco de San Pedro. Al aproximarse se dieron cuenta de que el barco insignia de los Malteses sucumbía ante el vigor de los enemigos de la cruz y acudieron en su ayuda. El tronar de los cañones y el fragor de las culebrinas se aunaba a los zumbidos de las flechas, al seco estrépito de los arcabuces y a los alaridos de odio, dolor y rabia de los combatientes. El olor a humo y pólvora se mezclaba con el del mar y la sangre para enardecer los sentidos. Él era entonces más joven, poseía la audacia, la temeridad, que sólo es posible desplegar en esa primera juventud. Tal vez por eso le habían confiado el mando de una compañía de doce hombres. A pesar de encontrarse enfermo con fiebres altísimas, se levantó del lecho para subir a cubierta y ponerse al frente de sus soldados. Quería darles ejemplo de valor abordando primero a los infieles. Cuando los tuvieron a su alcance saltó espada en mano a la galera musulmana para batirse con los moros. ¿Qué pasó después? Él sólo recuerda el final de la lucha. Se ve a sí mismo lleno de heridas, con dos arcabuzazos en el pecho y el brazo izquierdo para siempre inutilizado, teñido de rojo de pies a cabeza, convertido él mismo en una enorme mancha de sangre en la que la propia se confundía con la de sus enemigos.
Ya no alcanzó a ver a la nave capitana asaltando la galera real de los infieles ni a los tercios españoles acuchillarse con los jenízaros que la defendían; no vio al generalísimo turco caer herido de un arcabuzazo ni al humilde galeote a quien habían quitado esa mañana los grilletes erguirse como ángel vengador sobre su cuerpo indefenso y cortarle la cabeza. Escuchó en cambio el atronador alarido de victoria que siguió al suceso y contempló arriarse el pabellón del profeta del bajel que acaudillaba a los infieles.
El propio don Juan de Austria lo felicitó después de la batalla y le aumentó la paga a cuatro ducados. A partir de aquel momento el mundo pareció sonreírle. Fue más tarde, cuando volvía lleno de ilusiones a su patria, bordeando la costa de Francia, que le salieron al paso dos galeotas de piratas turcos, lo tomaron prisionero y lo vendieron como esclavo ¿Cuánto tiempo duró cautivo de los moros? preguntó Lopillo con los enormes ojos abiertos, ansiosos, apenados, interrogantes, recogiendo el casual encogimiento de hombros con el que el anciano quiso restar importancia a su desventura. Varios años. Varios siglos más bien, replicó el niño, que conocía de oídas los trabajos y tormentos que los infieles imponen a sus prisioneros. ¿Hizo algún intento de escapar? Muchos, respondió el viejo sin poder evitar un relámpago de orgullo que iluminó un instante sus cansadas facciones, pero fue capturado una y otra vez hasta que una orden religiosa, la de la Santísima Trinidad, apiadándose de sus miserias, pagó el rescate que los infieles exigían para ponerlo en libertad.
A pesar de la fama que les dijo haber alcanzado en vida no tuvo mucha compañía a la hora de su muerte. Marcela y su hermano siguieron a distancia el magro cortejo fúnebre, sin acercarse demasiado por temor a las severas barbas y espejuelos de los contados asistentes. La esposa y la sobrina del noble viejo, enlutadas y llorosas, encabezaban la procesión. No tuvieron que caminar mucho para llegar al vecino convento de las monjas Trinitarias donde las buenas hermanas acogieron los restos del anciano para darles sepultura. Lopillo, recuerda Marcela, marchó todo el tiempo con el rostro bajo y los ojos llorosos. Luego se quedó prendido a las rejas de la entrada hasta que salió el último de los asistentes. Al volver a casa aprovechó la primera ocasión que se le presentó para hacer rabiar a su padre, cosa que éste le hizo pagar con la consabida azotaína. Él la aguantó a pie firme, con los labios apretados y los ojos secos, chispeantes de soberbia. En ese momento, Marcela tuvo por primera vez la intuición de que lo que más irritaba a su hermano era la sotana de su padre. Él hubiera preferido ser el hijo de un soldado, de un héroe de la guerra como el que acababa de acompañar a la tumba.
Antonio Sarabia (Fragmento de Amarilis, Verticales de Bolsillo, 2009)
Lea más en el blog del autor: Los Convidados Etiquetas: Amarilis Lope de Vega, Amarilis novela, aniversario de la muerte de Cervantes, Antonio Sarabia, blog literario en español, blogs literarios, Día del idioma, dia del idioma 2009, Féliz Lope de Vega y Carpio, Marta de Nevarez Santoyo, Miguel de Cervantes
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Poemas para el día del idioma
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores colombianos, Celebraciones, poesía
Algunos poemas de Lauren Mendinueta para celebrar el Día del Idioma.
El Regreso
Mi madre a los treinta
era una joven de ojos grandes,
agobiados,
cargados de urgencias que yo no comprendía.
Entonces nada me asustaba tanto
como la posible tiniebla de su abandono.
Por eso iba tras ella a todos lados
como un bicho perseguía su luz.
El pueblo,
su campanario y las solteronas arcaicas,
danzarinas de las hogueras de San Juan,
nos parecían tan tristes
que ansiábamos irnos a otra parte.
Claro que todo estaba dispuesto
para obligarnos a permanecer allí.
Por eso mamá
leía para mí historias de otros mundos,
de ciudades lejanas pobladas de héroes y villanos
o de animales que hablaban en nombre de la virtud y el vicio.
Pero cuando llegaba la hora de la cena
ella volvía resignada a la cocina para preparar la mesa,
dejándome casi siempre con el libro en las manos.
Cómo podía saber ella,
pobrecita mamá,
que regresar de aquellos mundos
a mí me llevaría una vida.
Bogotá, después de una visita a Helena Iriarte
No hay relación entre las cosas
y aquello que las encarna.
La realidad acaso es un vacío
y el reflejo en los espejos
la evidencia de su precariedad.
Los nombres van por el mundo
retratando la angustia de no ser lo que nombran.
La gente corre afanada hacia el vagón del metro
o el autobús porque la vida depende de un concepto.
Tampoco la puntualidad corresponde a su palabra,
Pues no se puede llegar con retraso al destino.
¿Es posible que convivan alma y cuerpo?
¿no serán un binomio inseparable,
una sola cosa que no sabemos nombrar aún?
En estos temas, como en tantos otros,
me atropella la retórica,
y vuelvo a preguntarme si será posible
nada más vivir.
Afasia
La perfumada madera de una memoria sin árboles,
sin alfabeto que responda por las palabras de la tribu,
una memoria distante, sin nadie, sola como el aire de la tierra.
Pero en esa soledad también es necesario prescindir del habla,
de la presumida vocación del lenguaje.
Basta con comprender lo que no existe,
sin olvido nadie es contemporáneo de su memoria.
Poética
A Silvia Favaretto
Que mis poemas sean ligeros
como hojas vivas
que dibujan formas tenues
sobre muros deslucidos,
es un deseo estúpido.
Espero más bien,
que sean tan sólidos
como el puente de mis pies
en los sombríos caminos de la tierra.
El anhelo del calígrafo
En la niebla de su vocación
el calígrafo se resiste al impulso
de su propia gracia:
crear el nuevo dibujo anguloso
ascendente y descendente de la letra.
Una forma sólo suya y de su mano.
Prefiere esperar el error
en los signos que imita
porque, aunque lo anhela,
su trazo nunca superará la luz de un atardecer
sobre la página en blanco.
Escrito de noche
La impresión está llena de errores.
Las palabras cojean sin llegar al final.
Algunas frases se desmoronan
Arruinándolo todo.
Las manos manchadas de tinta
Disecan recuerdos.
El escritor busca aquello no escrito
Que complete
La página no iniciada del hombre.
Lauren Mendinueta
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Un día perfecto para el pez luna
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores mexicanos, crónica, cuento, Portugal
Me encanta leer diarios y correspondencias de escritores. Asomarme a la vida privada y “real” de aquellos que viven de, y para, la invención de otros mundos. Algunas veces, la historia el autor llega a parecerme más interesante que sus propios libros. Recuerdo, por ejemplo, que al leer las cartas que intercambiaron Scott Fitzgeral y su mujer Zelda entre 1919 y 1940 (Grijalbo Mondadori, 1994), me encontré con una historia muy superior a todas las novelas o cuentos escritos por ninguno de los dos. La verdadera gran novela, a ratos demasiado dolorosa, la escribieron a cuatro manos. La correspondencia se interrumpió trágicamente porque Zelda murió en el hospital Psiquiátrico Highland, durante un incendio que, se ha insinuado, pudo haber provocado ella misma y en el que perdieron la vida nueve mujeres en total.
Otro libro maravilloso que les recomiendo leer es el que recoge las Cartas Poéticas e íntimas de Emily Dickinson (Grijalbo mondadori, 1996). En ellas es imposible distinguir la distancia entre la autora y la persona. Nadie como la pequeña de Amherst supo ser en su vida una absoluta unidad. Sus cartas tienen tanto interés como su poesía y fascinan del mismo modo.
El año pasado la revista francesa Belles Latinas, le pidió a varios escritores latinoamericanos que escribieran una narración autobiográfica con el tema Un día en la vida de… En exclusiva para Inventario tengo la primicia de compartir con ustedes un día en la vida del escritor mexicano Antonio Sarabia. El título de su narración es un homenaje a J.D. Salinger, y a su cuento Un día perfecto para el pez banana. La foto del pez luna, junto a Antono Sarabia, la tomó Daniel Mordsinsli.
UN DÍA PERFECTO PARA EL PEZ LUNA
Hace unos días, cansado de libretas, lápices y ordenadores, acudí a refugiarme al oceanario de Lisboa. A veces me sosiega entrar ahí, me ayuda a pensar. Me encanta introducirme en su fresca penumbra donde la luz proviene del inmenso tanque central reputado como el más grande de Europa y, después de recorrerlo un rato, sentarme a meditar en algún recoveco donde impere la quietud y el silencio. Me siento bien acompañado junto a los versos de Sofía de Mello intercalados a trechos en los amplios corredores que miran al colosal y redondo acuario. Un océano diminuto al que hay que contornar varias veces desde distintos niveles para apreciarlo por entero. Se diría que la placidez y la calma se proyectan hacia nosotros desde la dilatada pecera donde se desplazan con desmayada lentitud numerosos bancos de peces, de distintos tamaños, formas y colores. Yo me dejo seducir por la paz de sus serenos movimientos. Sigo con la vista la gran variedad de tiburones y las enormes mantarrayas aleteando mansamente hacia ninguna parte. Todos flotan leves en esa etérea transparencia en la que la gravedad parece perder toda importancia.
Las variaciones en la temperatura del agua favorecen la creación de distintos ambientes marinos permitiendo así las concentraciones de diversas especies en puntos opuestos del gigantesco embalse. Según la altura y el ángulo en que me encuentre, o el rincón desde el que mire, puedo apreciar las diversas formas de la vida oceánica. Desde las siniestras morenas exhibiendo sus feroces mandíbulas dentadas y las anguilas serpenteando entre las rocas hasta las rayas color arena con el aguijón extendido, inmóviles, camuflándose entre las piedras y corales del fondo.
Entre todos esos seres admirables sobresale la descomunal silueta del pez luna. El único ejemplar de su especie que posee el acuario. Yo lo veo como un pavoroso engendro antediluviano. Me es imposible encontrarle forma de pez, o de luna, a pesar de su blancura. Me parece más bien un lento y amorfo meteorito que atraviesa la inmensa pecera con la pesada majestad de un pálido y rugoso satélite acuático. Él es el emperador del estanque. Su enorme tamaño le hace reinar sin disputa sobre los demás habitantes a quienes parece observar con su enorme ojo fijo, igual a la claraboya de un deforme Nautilus que explorara indiferente su entorno.
Su pausado orbitar me perturba y fascina. ¿A dónde va durante ese constante ir y venir por la pecera? ¿No lo imito yo, no lo imitamos todos nosotros, en nuestro constante gravitar por el mundo? Peces extraviados en un oceanario más amplio, persiguiendo ya no se qué absurdos empeños, dando vueltas y más vueltas para retornar tarde o temprano al punto de partida: el umbroso corredor espiral con los versos de Sofía de Mello grabados en sus muros.
Esta última vez el pez luna, como si leyera mi mente, acercó de pronto su monstruosa cabeza a la vidriera. Se habría dicho que el espectador era él y asomaba lleno de curiosidad a esa otra vida que se extendía en el pasillo. Clavó en mí su repulsivo e insolente ojo negro y me sentí descubierto. ¿Sería esa la primera vez que me observaba o, habiéndome advertido durante mis anteriores visitas, se aproximaba ahora para contemplarme de cerca? ¿Qué pensaría de mi figura torpe, desmedrada, sin aerodinamismo y sin aletas que se mueve sin gracia a ras del suelo? ¿Qué historias se figuraría de mi existencia? ¿Le parecería yo más feo y repelente que él mismo?
Al cabo de unos instantes en los que permanecí paralizado de horror, se dio media vuelta y, mostrándome con desdén su aleta dorsal, prosiguió su interrumpido merodear por la pecera.
Ya no le seguí con la vista. Me apresuré fuera del acuario y no he vuelto a entrar desde entonces. Salí al sol de Lisboa y, bien instalado en su luz, me alejé a toda prisa hacia el cálido y hospitalario ambiente del Farta Brutos, mi restaurante favorito en Bairro Alto. Allí aplaqué mis angustias existenciales pidiendo al amigo Oliveira, el bonachón propietario, que me sirviera sin mayores dilaciones un buen rodaballo a la plancha.
Antonio Sarabia
El blog de Antonio aquí Etiquetas: Antonio Sarabia, autores mexicanos, blogs literarios, cuento, cuentos en Lisboa
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Dos lunáticos en Lisboa
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores colombianos, cuento
Dos lunáticos
Durante unas vacaciones de verano conocí en un bar de Lisboa a un joven que decía que cada noche volaba hasta la luna. Excepto por esa rareza era un tipo más bien simpático. Cuando regresé a Barranquilla le perdí la pista. Cinco años después hice otro viaje a Portugal y me lo volví a encontrar en el mismo bar. Se le veía ensimismado y pálido. Lo saludé tratando de entablar conversación, pero fue inútil. El barman me dijo que de un tiempo a esa parte ya no hablaba con nadie. traté afanosamente de atraer su atención. Nada funcionaba. Entonces recordé su rareza y creí encontrar la clave. Me acerqué a su oreja y aullé como un lobo. Salimos de aquel bar charlando como dos viejos amigos. Etiquetas: autores colombinos, blogs literarios, bog literario en español, cuento, cuento breve, cuentos en Lisboa, Lauren Mendinueta, mini ficciones
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Giovanni Quessep, los libros del encantado
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores colombianos, ensayo, poesía
Giovanni Quessep nació en San Onofre, Sucre, en la costa norte de Colombia, el 31 de diciembre de 1939. Inició su carrera literaria con el libro El ser no es una fábula (1968), en el que aparece en seguida la elevación y la excelencia del lenguaje, la claridad de una voz que sin despreciar lo real se recrea en la fábula. Esta particular manera de comprometer el lenguaje, no con lo inmediato sino con lo legendario — en el que lo humano y sus frutos están hechos de la «misma materia aislada de los sueños»–, ha hecho que se le reconozca en la actualidad como uno de los poetas más importantes de Latinoamérica.
Quessep es un poeta singular dentro la tradición literaria latinoamericana. El lector no encontrará en sus libros posibles adhesiones o simpatías con los movimientos de vanguardia. Su voz se nutre de las fuentes clásicas, él no busca imnovar sino cantar, caso similar al de José Ángel Valente en España. En Quessep el paisaje no aparece ni como fundamento ni como decorado. Hombre y mujer en su poesía están encantados: «ya sin nombre de no ser la transparencia»; y la visión de su universo poético provoca en el lector la sensación de que ha llegado tarde, de que incluso, como Alicia, está «siempre a punto de desaparecer».
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PARA GRAVAR A LA ENTRADA DEL JARDIN DESTRUIDO
Todo esto fue la alondra
Y hoy es polvo
Todo ausencia del laurel y la rosa
Pero si descendieras
Hasta el color o el vuelo
Verías crecer la luna
Las nubes que son otra
De las formas del tiempo.
(Duración y leyenda, 1972)
Todo aquello que ayer fue, hoy no existe; sin embargo ha quedado una señal que prueba la existencia de un mundo anterior al poema: el polvo. Es decir, la materia en estado de casi nada. El pájaro en la obra de Quessep actúa como símbolo que desencadena la tragedia, que devolverá lo encantado a la muerte. La alondra ha desaparecido justo antes de que el lector llegase hasta el poema. Pero hay una respuesta en la poesía de Quessep para la muerte de los encantados:
No todo es tuyo olvido
Algo nos queda
Entre las ruinas pienso
Que nunca será polvo
Quien vio su vuelo
O escuchó su canto.
Para Quessep la muerte es inferior a lo humano y por ello su poesía se desplaza hacia el terreno de la leyenda, al relato de lo inmaterial pero permanente.
Juan de Mairena escribió: «el diálogo de un hombre con su tiempo, es lo que el poeta pretende eternizar, sacándolo fuera del tiempo, labor difícil y que requiere mucho tiempo, casi todo el tiempo del que el poeta dispone». Giovanni Quessep lo ha hecho: Madrigales de vida y muerte (1977), Preludios (1980), Poesía (volumen que reúne su obra hasta 1980), Muerte de Merlín (1985) y Carta imaginaria (1998) dan vivo testimonio de ello.
El año pasado Galaxia Gutenberg publicó Metamorfosis del jardín – Poesía reunida (1968-2006), una verdadera joya de la que no deben privarse los lectores de poesía. Los dejo con un pequeña muestra.
POEMA PARA RECORDAR A ALICIA EN EL ESPEJO
Aquí lo legendario y lo real
Nuestra historia resulta semejante
A la de esa muchacha maravillosa que penetró en el espejo
Estuvo siempre a punto de desaparecer
Pero ninguno pronunció la fórmula que la devolviera al polvo
Ni Tweedledum ni Tweedledee ni la Reina ni el Rey Rojo
Que lo único que tenía que hacer era despertarse
Tal vez somos un cuento
Tal vez sin que nunca nos percatemos
La nave de Ulises
O el ruiseñor de Keats
(Ese pájaro no destinado a la muerte)
Digamos entonces que lo que ha sido un canto de la Odisea
Continuará siendo nosotros
Sin dejar de ser por eso el país de las maravillas
Y alguien podrá reconocernos
Al escuchar la historia no escrita todavía
En la historia castillo la historia luna múltiple
En la historia juguete destruido
La historia en fin cuando pasé una nube sobre Alicia
Tal vez somos la sombra de ese azul en su mano
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VIGILIA
Pasos en el jardín. El vigilante
golpea la corteza del manzano
y hay pájaros que huyen, quedan otros
enjaulados en tiempo y luz de plata.
Fábulas no me encanten; velar quiero
mis armas esta noche o adentrarme
por el jardín y oír bajo mis pasos
los tréboles que guardan en el polvo
las maravillas de la blanca torre.
Debajo del manzano y a mi lado
una mujer hojea un viejo libro:
Demonios hay en torno y una fuente
refleja un ciervo, un tigre de Bengala.
Los pasos van y vienen y no saben
quién es el vigilante, el vigilado. Etiquetas: autores colombinos, blog literario en español, blogs literarios, ensayos sobre Giovanni Quessep, Giovanni Quessep, poetas colombianos, poetas latinoamericanos
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Luz indecisa de José Mário Silva
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores portugueses, poesía, Portugal, traducciones
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Desde ayer se encentra en las librerías portuguesas el último libro de José Mário Silva (Paris, 1972). Para los lectores en español he traducido cuatro de sus poemas. Si quieren saber más sobre este interesante autor portugués nacido en Francia (borgiano confeso) les recomiendo visitar su blog: O Bibliotecário de Babel. Es uno de los espacios virtuales que no dejo de consutar. En él, además de información sobre eventos literarios en Portugal, se leen excelentes reseñas de libros y poesías. Un blog para bibliófilos y amantes de la literatura. Y aquellos que tengan oportunidad les recomiendo que no dejen de comprar el libro.
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resgate
A memoria,
luz indecisa,
ignora ainda
o que deve
iluminar.
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rescate
La memoria,
luz indecisa,
ignora aun
lo que debe
iluminar.
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vivenda lucinda
Junto à casa mais pequena uma
escada de cimento (no vão a minha avó
guardava bilhas de gás e trapos velhos).
Ao cimo da escada, olhando em frente, via-se
o pinheiro que os meus pais plantaram há muitos
anos, as canas agitadas pela brisa, o tanque cheio
de algas e girinos, a rede de arame a esconder
coelhos assustados, o poço com uma perpétua
escuridão lá dentro. À direita ficava o telheiro
onde nos abrigávamos da chuva, durante as
longas festas de aniversário (a mesa: toalha
de linho, o bolo com poucas velas, pães
de leite às metades, desenhos geométricos
no arroz-doce). Havia ainda, mais distante
a figueira -mas isso está noutro poema.
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vivienda lucinda
Junto a la casa más pequeña había una
escalera de cemento (en su vano mi abuela
guardaba bidones de gas y trapos viejos).
Encima de la escalera, mirando al frente, se veía
el pino que mis padres plantaron hace muchos
años, las cañas agitadas por la brisa, el tanque lleno
de algas y renacuajos, la cerca de alambre escondiendo
conejos asustados, el poso con una perpetua
oscuridad adentro. A la derecha el cobertizo
donde nos abrigábamos de la lluvia, durante las
largas fiestas de cumpleaños (la mesa: mantel
de lino, pastel con pocas velas, panes
de leche abiertos, dibujos geométricos
en el arroz de leche). También había, más allá,
una higuera -mas eso está en otro poema.
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torneio de xadrez
Ao carregar no relógio,
o meu tempo parava.
Nunca voltei a sentir
tamanho poder.
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torneo de ajedrez
Al pulsar en el reloj
mi tiempo paraba.
Nunca volví a sentir
semejante poder.
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literatura
Esperávamos por
ela na esplanada,
Sábados à tarde,
como quem espera
aquele amigo mais velho,
tão ingrato, que um dia
deixou de nos falar.
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literatura
La esperábamos a
ella en la explanada,
sábados por la tarde,
como quien espera
aquel amigo mayor,
tan ingrato, que un día
dejó de hablarnos.
Originales tomados de Luz Indecisa editora OCEANOS (Alfragide, Portugal, 2009) Traducción de Lauren Mendinueta. Etiquetas: blog literario en español, blogs literarios, editora OCEANOS Portugal, José Mário Silva, Lauren Mendinueta, Luz indecisa, poesía portuguesa, traducciones de poesía portuguesa
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Este blog puede convertirse en un libro
Publicado por: Lauren Mendinueta in autores portugueses, crónica, ecología, ensayo, eventos literarios, Portugal
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Ayer 2 de abril, en la librería Bertrand de Chiado, aquí en Lisboa, asistí a un debate sobre la publicación de blogs en formato libro. Los participantes expusieron tres puntos de vista bien distintos, aunque los tres coincidían en el hecho de ser autores de blogs. Rui Tavares, por ejemplo, tenía además la experiencia de haber publicado su blog en forma de libro con dos tiradas de 5.000 ejemplares y un resultado en ventas bastante bueno para el sector portugués. En su intervención Rui, quien además es historiador, recordó brevemente la historia de los formatos de lectura, mencionando especialmente el paso que dio la humanidad hace 2.000 años al remplazar los antiguos rollos por los libros tal y como los conocemos hoy. Comparó los volúmenes de la antiguedad (rollos en forma cilíndrica) con la lectura que hacemos en pantallas por la forma lineal de lectura que impone el formato. También, durante su intervención defendió el libro impreso, tal y como lo conocemos, como el formato más agradable de lectura.
Isabel Coutinho, por el contrario, se mostró optimista con respecto a lo que nos ofrecen las nuevas tecnologías y compartió con nosotros varios adelantos del sector. Nos dijo, por ejemplo, que ya es posible usar marcadores en los e-books, o en el iPhone, e incluso hacer anotaciones en los márgenes, lo que rompe con el obstáculo de la lectura lineal en pantalla. Recordó además que los aparatos para leer libros siguen mejorando a gran velocidad para ofrecer un brillo en la pantalla más parecido al del papel en contacto con la luz. Otro tema interesante que tocó Isabel fue el de los blogs como escaparates para los nuevos escritores en busca de lectores o, incluso, de editor, compartiendo algunos testimonios exitosos al respecto.
José Mario Silva, en cambio, nos enseñó una buena muestra de blogs portugueses editados en formato libro, algunos de ellos con tirajes que alcanzaron los 45.000 ejemplares, y planteó los blogs como espacios para compartir los procesos de escritura. Así, por ejemplo, me enteré de que mi amigo el escritor brasileiro João Paulo Cuenca había escrito un blog al tiempo que redactaba su primera novela. En este blog relataba sus experiencias como escritor, sus aciertos, dudas y dificultades, lo que le fue dando notoriedad en los círculos literarios. De esto no hace más que un par de años y ciertamente hoy es un autor bien valorado tanto en américa, donde se le consideró uno de los mejores 39 escritores menores de 39 años en el 2007, como en Europa.
Al final se habló sobre el futuro del libro impreso en papel. Salvo Isabel, que es una verdadera defensora de los adelantos, los otros participantes defendieron a ultranza el libro tradicional. Después de una hora de conversación, la moderadora Anabela Mota Riveiro, quien lo hizo muy bien, abrió el debate al público. Mientras los escuchaba, pensé que quizás ellos tres, a pesar de ser menores de cuarenta años, no eran las personas más idóneas para responder a esta pregunta. El futuro de los libros estará en manos de nuestros nietos y bisnietos, generaciones que ya nacerán con al menos un computador en casa, que aprenderán a leer en pantallas digitales y que, tal vez, estarán mejor entrenados que nosotros para leer textos largos en formatos electrónicos. Quién sabe si incluso nuestros nietos y bisnietos, no estarán fisiológicamente mejor adapatados para las nuevas tecnologías. Al comentarlo en voz alta, Anabela hizo una comparación interesante: “es como si para nosotros la lectura en pantalla fuera una segunda lengua mientras que para las nuevas generaciones puede llegar a ser la lengua materna”. Sí, algo así, sucintamente, era lo que yo quería decir.
No creo que los libros lleguen a desaparecer por completo, siempre existiremos sus apasionados. Pero el panorama editorial puede cambiar en un tiempo muy corto. Imaginemos que los libros de texto escolares pueden ir en los discos duros de los portátiles de nuestros hijos. Aquí en Portugal, por ejemplo, el gobierno ha facilitado Los Magallanes: portátiles para niños y niñas en edad escolar por 50 euros. ¿No sería mucho más barato para nosotros los padres comprar CDs con los libros escolares? ¿No nos ahorraríamos un buen número de árboles con este solo gesto? Yo creo sinceramente que vamos para allá.
Para terminar quiero aclarar que este blog no ha recibido ningún tipo de propuesta para convertirse en libro. El título del post es sólo una traducción del nombre del debate al que asistí ayer. Ahora les toca opinar a ustedes.
Etiquetas: Anabela Mota Ribeiro, blog literario en español, Blogs, blogs literarios, blogs que se convierten en libros, el futuro del libro, este blogue dava um libro, Isabel Coutinho, José Mário Silva, librería Bertrand Lisboa, Rui Tavares
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