Un último blog para empezar bien otro año
Publicado por: admin in autores italianos, poesía
Estoy convencida de que la manera cómo se termina un año es fundamental para marcar el inicio del que le sigue. Ésta última entrada del blog en el 2007 representa para mí el deseo de un 2008 en el que pueda pasar mucho tiempo junto a Silvia Favaretto y no sólo espiritualmente. ¿Porqué no hacer una breve recapitulación de nuestra amistad?
Silvia Favaretto nació en Venecia en 1977, lo que nos hace estrictamente contemporáneas. Nos conocimos en el Festival de Poesía de Medellín en el año 2000. Fue muy curioso porque llegamos a la capital antioqueña en el mismo vuelo procedente de Barranquilla (ella llegó al país con anticipación para visitar a su tío Giorgio que vive retirado en el caribe Colombiano). Su español era tan perfecto que cuando me saludó pensé que hacía parte de la organización del festival. Silvia siempre ha descrito nuestro encuentro como “amor a primera vista”, y así fue, tal cual. Cuando llegamos al hotel Nutibara éramos las mejores amigas de siempre. Pasamos una semana maravillosa y al despedirnos lloramos muchísimo. Yo porque estaba segura de que no volvería a verla y ella porque es una sentimental incurable. Pero lo cierto es que Silvia me dijo que era una tontería llorar porque nos volveríamos a ver antes de lo que me imaginaba. Y así fue, al año siguiente nos reunimos en Venecia. En la foto de arriba vamos atravesando la laguna veneciana el 1 de noviembre de 2001, camino a la isla de San Miguel para visitar la tumba de Joseph Brodsky. Como ella lo predijo entre lágrimas, nos hemos visto muchas veces en ambas orillas. A Silvia tengo bastante que agradecerle, además de ser mi traductora al italiano, donde quiera que va promueve mi poesía con entusiasmo y me organiza lecturas. Este verano fui a Venecia a verla acompañada de mis hijos, y ella me hizo invitar a la lectura anual de orapoesia que se hace en la Plaza de San Marcos (la foto de la izquierda fue tomada esa tarde antes de empezar la lectura). El escenario no podía ser más privilegiado. Cuando terminamos de leer el agua alta empezaba a cubrir la plaza. La fachada de San Marcos se reflejaba temblorosa en el espejo salado, qué difícil es saber en Venecia cuál es la ciudad real. Después tomamos un vaporetto, nos sentamos en la proa y disfrutamos del espectáculo de la Venecia nocturna, a un tiempo tan viva y bulliciosa como desolada y en su silencio. Porque ni todos los turistas del mundo somos capaces de robarle ese don a la ciudad. En tierra nos esperaban su compañero, Christian Panebianco, y mis hijos, Laura y José. A ella le debo esa noche perfecta, una de las mejores de mi vida.
Silvia tiene un maravilloso don de lenguas. Habla, escribe y traduce a la perfección en cinco idiomas. Además compone sus poemas en Italiano y Español indistintamente, aunque me confesó que desde hace un tiempo el español es su lengua literaria. De hecho su último libro “Palabras de agua” fue escrito íntegramente en español y después traducido al italiano por ella misma para su publicación bilingüe. A aquellos que deseen leer otros poemas de la autora en español, les recomiendo hacer click en
el blog de Antonio Sarabia, donde encontrarán una magnífica selección de textos tomados del libro “Palabras de agua”. Mis mejores deseos para un 2008 lleno de felicidad.
Agito el mar dentro de mí
Cuando sea ángel
viviré en el faro…
Lloraré mirando las luces de los barcos
alejarse en la noche…
Sentiré nostalgia
de emociones nunca tenidas…
Gritaré imprecaciones al viento
(porque los ángeles no tienen padres)
y arrancaré una a una
las plumas de mis alas,
desesperada y sanguinaria
por la mala suerte
que me ha dado
maravillosas alas ligeras
y un cuerpo
demasiado pesado para volar…
De La carne del tiempo, 2002
Melusine
La última noche de bodas,
lamí una lágrima de mi esposo
y a la mañana siguiente
me desperté con esta aguamarina en la lengua.
(Sumergida en el agua
mi carne conmovida siente
que no hay confín entre
lo que tengo adentro y
lo que tengo afuera).
Llevo la gema colgada al cuello,
me recuerda lo que soy
y lo que he perdido.
La cadena es larga y
la piedra se apoya sobre el corazón.
A través de la transparencia de la gema,
en sus facetas,
se puede divisar la real consistencia
de mi piel: escamas, de sirena o de serpiente.
Sobre la carne caliente, en la cavidad del seno,
centellea la piedra y brilla la cadena
(de oro blanco y nostalgia)
que la sostiene,
como una sutil cicatriz
que desciende transversal en el cuello y en el pecho,
igual a la encontrada
esa mañana
en el cuerpo de mi esposo.
De La carne del tiempo, 2002
Piel
Para Lauren Mendinueta
Si esta especie de piel
que me divide del mundo
no fuera tan sutil,
podría aun soportar
el peso de tu cercanía,
el frío del invierno y
mi mudo destino de poeta.
De La carne del tiempo, 2002
Cuerda y agua, agua y cuerda
Digo helecho
digo muelle
digo mangle
digo pájaro
digo para qué todo esto
digo canoa
digo rayo
digo para qué sirve dios mío
digo lluvia
digo nubes
digo motor
digo vendrá la suerte a recogerme
en este puñado de sal y alquitrán
en el que me obstino a verter
mi sombra.
De Palabras de agua, 2007
Cartas de consejos a una joven escritora
No levantes los párpados.
Todo lo que valga la pena ver
está enjaulado
en el incómodo cofre
de tu calavera.
Sólo tienes que escribir
y arrancar las hojas,
escribir y arrancarlas,
despedazar el poema en trocitos
y tirarlos al aire.
Esperar a que el viento
barra el patio,
fijarte después de diez años si quedó
algún pedacito blanco
para armar, al fin,
la única palabra poética
para decir antes de
morir: tu nombre.
De Palabras de agua, 2007
Muerte de mi primera morada
Nací viva y furiosa
mordiendo la leche envenenada
de pezones que no quise
nunca
soltar
Nací feroz y manchada
desalojada
hiriendo sienes con ojitos de bebé
que todavía no se saben
cerrar
Y Vos
me mandaste a nacer muerta
y sin cobijo.
Y era febrero,
era febrero.
De Palabras de agua, 2007
cERO
Estoy
alimentando cuervos
en tu pecho,
alimentando cuervos
y cangrejos,
hasta que se pudra
en la resaca
el vendaval.
De Palabras de agua, 2007
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